Estas alfombras de mimbre, de las que ya habíamos hablado alguna vez, nos cambian la forma de ver el mimbre. Habitualmente lo vemos en las mesas o en los armarios en forma de cestas, pero esta vez se aplana, servicial, se deja pisar y se pone literalmente a tus pies, que por otra parte es lo que te mereces. ¡Ya podrían aprender otros!
También nos demuestra que los matemáticos se equivocan cuando dicen que la línea recta es la más corta entre dos puntos. No es la más corta: es la más aburrida, de ahí que el mimbre dé tantas vueltas y revueltas y cambie tantas veces de opinión para llegar del punto A al B. Gracias a eso se consiguen esos trenzados y esas formas tan espectaculares.
Son muy naturales y extremadamente sencillas: sólo tienen mimbre trenzado, y nada más. Y te dan ese toque natural y rústico a la decoración, para una habitación, salón o incluso terraza. Si no las usas, se doblan como un papel para guardarse fácilmente.
Casualmente el Sr. Osito, que nos ayudó en la última entrada sobre el puff balón, pasaba por allí y le preguntamos su opinión. «Pues claro que me voy a comprar una» nos dijo. «Cuando me vuelva al Canadá para cazar salmones la pienso poner en la gruta al lado del puff. Me va a quedar la cueva divina de la muerte y voy a hacer la hibernación sobre ella enrollado como la cola de un camaleón. Por cierto, ¿hacéis envios a Canadá?»
Ehhhh… estooo… pues al Canadá, no. Eso nos pasa por preguntar. Pero los que no seáis osos y no viváis en Canadá cazando salmones las podéis encontrar en la sección de alfombras de la tienda.