—Telepsiquiatras anónimos, buenos días ¿dígame?
—Ehhh… buenas, verá… yo… es que soy un eslabón de bambú.
—Ya. Pues eso no tiene cura, salvo que lo convirtamos en serrín.
—No, si no es eso. El problema es que tengo complejo de poca cosa. Mido tres centímetros y medio, nadie me hace caso y todo el mundo me pisa.
—Sí, claro no me extraña. Midiendo eso no le van a llamar para sustituir a Gasol. ¿Ha probado a ponerse alzas?
—Sí, pero como son de un milímetro, casi no se notan.
—Bueno. Da igual; no se desanime. Tengo la solución para usted. Hágase parte de la alfombra de baño de bambú con eslabones de latiendawapa.
—¿Comorrr?
—Claro, hombre, que la unión hace la fuerza. Usted y otros eslabones como usted, todos juntos, formarán una preciosa alfombra de baño bonita, fexible, enrrollable y enrrollada. Tendrán un lugar destacado en los cuartos de baño. Los mojarán, los secarán, los pisarán, los colgarán, los admirarán y los usarán durante muchos, muchos años. Además tratará con otros eslabones, y siempre está bien conocer gente. ¿Qué, le hace?
—Bueno, pues por probar…
—Pues nada, ya me cuenta.
Días después…
—Telepsiquiatras anónimos, buenos días, digaméee…
—Estoo… soy el eslabón otra vez. Mire, que del complejo de poca cosa ya me he curado. No vea qué exito y qué caso nos hacen ahora. Somos la estrella del cuarto de baño, nosotros, los eslabones de bambú. Pero le llamo porque ahora tengo otro problema. Tengo crisis de identidad, ¿sabe? Como somos todos iguales, no encuentro mi propia personalidad…
Vaya. Ya veis que algunos nunca están contentos. Pero os aseguramos que vosotros sí estaréis contentos con esta alfombra en vuestro baño. No sólo es original, sino práctica y muy útil. Y de bambú, y con dos medidas. La podéis ver pinchando aquí… no, perdón; aquí.