Y fue así que, a día 18 del mes de Febrero del año de Nuestro Señor de 2014, se retiraron las nubes y el cielo recuperó el color azul que no había sido visto desde tiempos remotos.
Y un disco brillante y resplandeciente reinó en el firmamento, y los habitantes se maravillaron y le dieron gracias a Dios y al Hombre del Tiempo y se lanzaron a la calle a pasear y a tomarse algo en las terrazas, que ya estaba bien, caramba, de tanta lluvia.
Y hoy, para celebarlo, no vamos a decir nada más. Pero mañana hablaremos de alfombras.