Sí, amigos. Ya llegan los calores, y con ellos los tradicionales cambios estacionales.
Los góticos comienzan su migración anual hacia remotas tierras del norte, los Ferrero Rocher desaparecen de las estanterías hasta la próxima glaciación y el metro cuadrado de arena para poner la toalla en una playa de la Costa del Sol se cotiza más que la victoria de Burkina Fasso en el mundial. (Sobre todo porque Burkina Fasso no participa.)
Por eso este es el momento del año en el que necesitamos cosas frescas. Como el gazpacho, la sandía o la brisa del atardecer. O como estos preciosos cojines bouti, que son la frescura hecha cojín.
Recientemente os habíamos hablado de sus parientes, las colchas más frescas. Hoy duplicamos la frescura (es que somos así, qué le vamos a hacer) porque estos cojines bouti son familia de esas fantásticas colchas. Y familia bien cercana, eh, no como el primo segundo de tu cuñada, sino como esa hermana bien avenida que te presta el coche cuando se te estropea el tuyo.
Tienen la virtud de acompañar y hacer juego a las colchas, pero también la de alegrar la vista y bajar un par de grados la temperatura de la habitación sólo con verlos, tan bonitos que son, con su tela acogedora y mimosa de tacto algodonoso.
Y vienen en más colores que el logotipo de Brasil 2014. Para que no te quede cama, sofá o silla sin conseguir su exacto tono de color.
Los puedes ver en la tienda mientras no se agoten. Feliz calor.