Sí, hay que admitirlo: esta cafetera, como cafetera propiamente dicha, es un desastre. Se le escapa el café por todas las esquinas, no hay manera de conservarlo caliente y acabas con el mantel todo manchado.
Pero a ver: es que cada cosa es para lo que es. Por ejemplo, el cocodrilo del Nilo es estupendo para lo suyo, que es comer ñus, pero si lo pones a aprender taquigrafía no pasará del AC.
En cambio el cocodrilo de Lacoste, por mucho que lo intente, no es capaz de cazar ni un mosquito, pero… lo que mola cosido a un polo, ¿eh?
Pues a nuestra cafetera de hoy le pasa lo mismo. Para echar café no vale porque no está fabricada para eso, bueno, o sí, a ver si me explico, pero no como os creéis.
O sea que no lleva el café sino la esencia del café, el previo del café, el origen y la precuela del precioso líquido que nos beberemos con fruición: la cápsula.
Porque esta cafetera no es otra cosa que un recipiente contenedor de cápsulas de café, que como sabéis es la forma como se toma el café hoy en día, o por lo menos eso dice Yorch Cluni, que lo he visto en la tele así, con esa sonrisita tan de medio lado, como haciéndose el interesante, con la tacita en la mano.
Así que si queréis guardar vuestras cápsulas de café para tenerlas siempre a mano y bien visibles para elegir enseguida vuestro aroma favorito, y que además sea decorativa y estilosa, no busquéis más: aquí la tenéis, mientras no se agote.