Estos estores o persianas venecianas están llenos de paradojas. Para empezar, se llaman persianas aunque no sean de Persia. Y no sólo eso: también se apellidan venecianas cuando no tienen nada que ver con Venecia. Pero nada. De hecho estamos en condiciones de aseguraros que nunca han ido en góndola.
La siguiente paradoja es que para vestir las ventanas de toda la casa no hace falta un presupuesto como el de la gala de los Goya. Más bien lo que te vas a gastar se parece más a lo que gasta Antonio Resines en champú.
Por supuesto, estas persianas tienen su estilo propio y su lugar indicado. Si eres de decoraciones recargadas estilo rococó igual se ponen nerviosas y se van a ver más raras que Pablo Iglesias con pajarita en la gala de los Goya, así que mejor escoge otro tipo de cortinas.
Pero para decoraciones modernas, de estilo industrial, basadas en contrastes de colores planos y para escenarios minimalistas, se sentirán más felices en tus ventanas que Natalia de Molina recogiendo el Goya.
Hay que decir que la luz y estos estores venecianos tienen una relación ambivalente, bipolar, como de amor-odio. Para que nos entendáis, son como Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, pero colgadas de la ventana.
Por que por un lado se aman, se quieren, se necesitan mutuamente, pero por otro basta con un simple giro de muñeca para que la relación se corte y nos quedemos sin investidura, esto… digo, sin luz.
Porque estos estores regulan la luz de dos maneras: subiendo y bajando la persiana, pero también manteniéndola completamente extendida y graduando la inclinación de las láminas, desde paralelas (máximo de luz y de visión) hasta perpendiculares, que es cuando el estor le dice a la luz «no eres tú, soy yo, tenemos que dejarlo» y se produce el fundido en negro, tan cinematográfico.
Esta serie de estores venecianos son de aluminio, con la lámina de 2,5 cm de fondo. Hay varios anchos disponibles y tres colores. Y se pueden fijar tanto al marco de la ventana, como a la pared y al techo. Pero mejor los detalles y eso los veis en la tienda, mientras no se agoten.