Las alfombras de vinilo reinan en nuestros suelos cada vez con más fuerza. Y no por casualidad, sino porque constituyen un recurso único para la decoración de nuestros hogares.
Porque son más prácticas que un amigo informático, más fardonas que un Lamborghini Countach y tan resistentes que si fuera un animal no lo matarías ni tirándolo del campanario.
Para que nos entendáis, vienen siendo como un complejo vitamínico para nuestros suelos; es como si su carácter fuerte contagiara de energía nuestra decoración.
Alfombras de vinilo: alfombras con mucho estilo
El estilo de estas alfombras sintéticas, de polipropileno o PVC, se viene definiendo de muchas maneras: se dice que son de estilo contemporáneo, moderno, nórdico, industrial… aunque nosotros preferimos definirlas como alfombras de estilo, a secas.
Aunque tenéis información más completa en otros posts de alfombras de vinilo, en este queremos incidir en su gama de colores.
El caso es que hasta ahora nadie se había decidido a definirlas como lo que son: alfombras de colores, y por ese motivo no nos habíamos decidido a considerarlas realmente como posibilidad real para decorar nuestros salones y habitaciones.
Tal vez porque hasta hace relativamente poco tiempo presentaban una paleta de colores, hay que reconocerlo, más limitada que el vocabulario de Belén Esteban.
Y aunque las alfombras vinílicas tienen grandes virtudes, también es cierto que eso por sí solo no basta. Es como la música dodecafónica: nadie le quita el mérito, pero lo que cuesta pillarle el estribillo…
Por eso antes no está de más recordar algunas de sus características más destacadas.
La alfombra que manda el catecismo de las alfombras a la basura
Las alfombras de vinilo son tan rompedoras que la única ley que obedecen es la de la gravedad… y eso porque no tienen más remedio.
De hecho rompen con la mayoría de las leyes que rigen el mundo de las alfombras, que aunque no lo parezca, suelen tener unos cuantos mandamientos bastante fastidiosos.
De hecho, es como si el catecismo de muchas alfombras fuera más o menos así:
- “Tendrás pelo para crear ecosistemas de polvo y suciedad”.
- “Serás delicada y difícil de limpiar”.
- “No servirás para hogares con perros y gatos”.
- “Soltarás pelo para fastidiar a los alérgicos y asmáticos”.
- “Te deshilacharás a la mínima ocasión”.
- “Harás gastar a tus dueños un mundo en tintorerías”.
- “Harás que les dé un infarto cada vez que el niño juegue con las pinturas en la alfombra”.
- “Odiarás a las sillas con ruedas, que se enganchan y nos rompen”.
Las alfombras vinílicas han llegado para mandar todos esos mandamientos directamente al cubo de la basura, sustituyéndolos por un mundo de sencillez y facilidad de uso.
Con ellas, el mantenimiento es tan sencillo que consta de tres pasos, a saber:
- Se ponen en el suelo.
- Se usan.
- Y te olvidas.
Los colores llegan a las alfombras de vinilo
Y ahora es cuando llegamos al color. Porque las alfombras de vinilo han sufrido la misma evolución que la historia de la Humanidad: ¿pasar del tam-tam al móvil? Noooo; el paso del blanco y negro al color.
Porque la Humanidad ha evolucionado de El Gordo y el Flaco a los Minions; de las sombrías fotografías en blanco y negro de nuestros bisabuelos a las fotos que relucen a todo color en las pantallas de nuestros móviles; de los señores con bigote que salían en la tele en blanco y negro a los tatuajes de los concursantes de Gran Hermano que vemos a todo color y en alta resolución.
Hasta las golosinas son en color: si nuestros tatarabuelos resucitaran y les enseñáramos un paquete de m&m’s se volverían a morir, del susto.
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Pues lo mismo les ha pasado a las alfombras de vinilo: sin abandonar sus paletas clásicas que les han dado ese aire industrial postmoderno tan particular, ahora navegan por nuevos territorios de color, explorando posibilidades y texturas alternativas para ponerlas al servicio de nuestra creatividad decorativa.
Y ya son aptas para decoraciones atrevidas en alta resolución, en las que el color sea el protagonista, sin olvidar los aspectos prácticos como la resistencia y la facilidad de limpieza.
Combinaciones más fáciles que nunca
Pero tampoco hace falta que vivas en el país de los Teletubbies para combinarlas, porque el uso del color que hacen las alfombras de vinilo es intenso ma non troppo. Se mantiene en su punto, como el que se toma un gin-tonic pero sin emborracharse.
El caso es que ya podemos combinar sin restricciones las virtudes de este tipo de alfombras en decoraciones que requieran rojos, azules, dorados, negros o tostados, tanto para los casos en los que queremos acompañar los tonos predominantes de nuestra decoración, como para cuando queremos buscar los contrastes.
Y todo ello con su espíritu actual y moderno, entre austero y energizante. En cualquier caso, podemos contar con ellas para que nos sirvan de sólida base a la decoración, del mismo modo que el alioli nos hace una base estupenda para unas buenas patatas bravas.
Y además ahora, estas virtudes las tienes a todo color y en alta resolución. Por eso las alfombras de vinilo ya son las alfombras del color.
Además de todo lo demás.