Los puffs son uno de los complementos de decoración más útiles y versátiles que vas a encontrar. Tanto, que lo siguiente más variado en tu casa sería la colección de excusas de tus hijos para no apagar el móvil durante la comida.
El caso es que dentro de las cosas de casa no vas a tener un mueble auxiliar que te ofrezca más posibilidades.
Puffs y decoración, pareja perfecta
Ligero, colorido, útil… es un mueble agradecido, y si le sabes sacar el partido adecuado, los puffs pueden hacer mucho por tu hogar.
Con el puff pera a la cabeza, clásico e incombustible como pocos, la familia de puffs blandos es tan numerosa que puede satisfacer la demanda más exigente.
Hay puffs pera, puffs cuadrados, puffs redondos, puffs infantiles… pero todos originales y decorativos.
Por eso hemos elaborado esta guía de puffs para dummies, con…
Las 7 cosas que le tienes que pedir a un puff para conseguir una decoración perfecta.
1. Que sirva para decorar
Ya lo sabemos, pero a veces nos centramos en el aspecto utilitario, teniendo en cuenta que la primera misión de un puff es servir de asiento o reposapiés. Pero sin duda, un buen puff debe estar pensado para decorar.
Los puffs más grandes, como los pera o los asientos con respaldo, con su gran superficie, son uno de los muebles auxiliares con más impacto visual.
Úsalos como grandes superficies de color, como lienzos destinados a marcar el ambiente que desees con carácter y estilo, reforzando o atemperando la intensidad de la decoración.
Y usa los puffs pequeños como complementos o islas de color que refuercen el conjunto.
2. Que sirva de asiento o reposapiés
Claro que si buscas un puff por lo decorativo que es o por el colorido que añade a tu decoración probablemente habrás pasado por alto lo más evidente: que son asientos. O reposapiés. O ambas cosas.
Por antonomasia (qué rayos querrá decir antonomasia) un puff, cualquier puff, es un asiento. Puede ser un asiento auxiliar individual, bajito y de emergencia, pero también puede ser un buen butacón donde sentarse o incluso repampingarse (qué rayos querrá decir repampingarse) bien a gusto.
Si un puff es bajito también puede usarse como escabel o reposapiés, que nuestros pies cansados al final del día bien se merecen un lugar donde hacerlos descansar. El caso es tener siempre un asiento y reposapiés, permanente o auxiliar, bien a mano.
3. Que sea lavable
Hay que tenerlo claro desde el principio: un puff que se use lleva trote. Y trote significa manchas.
En un mundo ideal los niños se sentarían con cuidado encima del puff, no utilizarían las pinturas sobre el tejido y no restregarían en él las manos manchadas del helado de chocolate.
Pero como ya sabemos que vivimos en el mundo real, nunca debemos comprarnos un puff complicado de limpiar. Un buen puff debe tener una piel sintética que se limpie muy fácilmente con un paño húmedo sin sufir desgaste.
Y que en el caso de manchas rebeldes aguanten sin pestañear un algodón empapado en alcohol, que así no hay mancha que se resista.
Y que en último caso podamos vaciarlo y meter la funda, si hace falta, en la lavadora. Y eso solo se consigue con un tejido de calidad, lo que nos lleva al punto siguiente.
4. Que sea trotón y resistente
Lo mismo que vale para las manchas sirve para el trote en general. Un buen puff debe ser muy resistente y tener una piel tan dura como la de un hipopótamo, o como mínimo como la de Donald Trump.
Y debe estar confeccionado a conciencia, con las piezas que lo forman cosidas en doble costura reforzada con dobladillo, para evitar los desgarrones causados al sentarse o tirarse encima.
Sólo así te asegurarás de que aguantará muchos años a tu lado sin pestañear.
5. Que sean rellenables
Es inevitable que los puffs con relleno de bolitas de porexpán con el tiempo se acaben hundiendo un poco.
No es ningún problema, siempre que te hayas asegurado de que tus puffs son rellenables. El procedimiento es tan sencillo como abrir la cremallera inferior, comprar el repuesto de relleno y volver a llenar el depósito.
Así tendrás tu puff como el primer día durante mucho tiempo.
6. Que vengan en muchos colores
Pocos muebles hay que hagan del color su divisa como los puffs: el color y sus variantes son su cuerpo, su alma, su razón de ser. En suma, ansia viva.
Colores vivos, alegres e intensos, destinados a alegrarte la vista y a aportar más energía a tu decoración que un contenedor de Red-Bull.
Con ningún otro complemento de decoración podrás conseguir una terapia de color como con los puffs. Hasta el punto de que podrían amueblar a la perfección un sueño lisérgico de los Teletubbies.
7. Y con tamaños para peques, por favor
De todas las cosas de casa, los puffs son una de las que más le gustan a esas criaturas bajitas y revoltosas que pululan por casa.
Y del mismo modo que el aspirador atrae al polvo y el bronceador recién aplicado a la arena de la playa, los puffs blandos tienen el irresistible poder de atraer a cuanta criatura menor de un metro se encuentren en su camino.
Lo que más les gusta es tirarse encima, porque lo de sentarse un rato largo (entendiendo por rato largo más de tres segundos) no va mucho con ellos.
Por eso nececesitamos puffs escalables, que tengan talla grande y talla chica, para que se adapten a los peques, y no al revés.
Y con todo esto, ya puedes decorar con puffs y sacarle todo el partido a este práctico y alegre mueble auxiliar.
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