Decía De Quincey que el asesinato debía ser considerado una de las Bellas Artes. Tal vez parezca excesivo, pero nosotros pensamos que, sino el asesinato, la combinación de colores en la decoración sí que debería ser reconocida como una de las Bellas Artes. Por su complejidad, por su fascinación y porque cuando conseguimos grandes resultados nos produce una sensación de exaltación y belleza comparable a la contemplación de La Gioconda. Pero sin japoneses sacando fotos.
A la hora de plantearnos los colores base para nuestra decoración hay muchas variables a tener cuenta. De hecho solemos partir de un lienzo en blanco, o por lo menos una pared blanca y una casa vacía. Aunque es imposibe ser exahustivos en un tema como este vamos a intentar abordar algunos aspectos clave.
Luz y tamaño, elementos clave
La combinación de colores a elegir para nuestras casas o más concretamente para determinadas habitaciones, va a depender primeramente de dos aspectos fundamentales, que son: el tamaño y la luz que reciba esa estancia en cuestión.
Si tenemos disponible un espacio amplio con mucha luz, todo es más fácil ya que cualquier gama de colores puede quedar bien o por lo menos el abanico de opciones es mayor. Lo más destacable de los grandes espacios luminosos es que podemos optar por aprovechar la luz creando espacios luminosos y minimalistas con blancos y tonos claros. Los ambientes de estilo nórdico o escandinavo, por ejemplo hacen muy buen uso de estas opciones.
Pero el tener espacio y luz al mismo tiempo nos puede mover a utilizar tonos oscuros o fuertes para romper la excesiva luminosidad y hacerlo más acogedor. Por ejemplo, con tonos grises más o menos neutros, granates, verdes o decoraciones con texturas de madera o similares.
Iluminación: hacer de la necesidad virtud
Sin embargo, si el espacio es grande pero con mala iluminación, podemos hacer de la necesidad virtud, abusando de los colores claros y luminosos para hacer que esa estancia no se convierta en la cueva del lobo: oscura, fría y poco amiga. Y si el espacio es pequeño, los colores claros son poco menos que obligatorios, a no ser que tengamos alguna razón para querer empequeñecer visualmente el espacio.
Y al contrario, en espacios pequeños pero con mucha luz, podemos utilizar colores oscuros o fuertes. Eso sí, sin abusar, ya que aunque se disponga de luz suficiente nunca debemos perder de vista que los colores oscuros o fuertes tienden a empequeñecer los espacios.
Y si además de tener poco espacio tenemos también poca luz, las dudas quedan disipadas, ya que no hay más opciones que colores claros, brillantes y luminosos a no ser que nos guste conseguir un ambiente tipo zoco o de meditación zen.
El color como regulador de sensaciones
Con esto que acabamos de decir podemos sacar una buena conclusión, y es que los colores de por si, más que dividirlos entre colores fríos y cálidos, podemos no dividirlos y simplemente utilizarlos como reguladores de sensaciones ambientales.
Es decir, podemos usar colores fríos para bajar la calidez o temperatura de una habitación o, al contrario, usar pinceladas de colores cálidos para recordar que hay un toque humano en ese espacio.
Y muchas veces con un pequeño toque basta; la simple presencia de algún elemento que añada color (un puff, un cuadro, una alfombra) puede teñir todo un espacio de tonos neutros y minimalistas con un efecto impresionante.
En general, para los que seáis prácticos y no os guste la literatura, resumiremos diciendo que en pasillos, vestidores y habitaciones pequeñas, es mejor poner colores claros y si hay poca luz más razón tenemos. Si se trata de salones, comedores, habitaciones grandes o estudios y los colores fuertes os gustan pues adelante, pero deberás tener una buena razón o una idea muy clara en la cabeza para hacerlo.
Por eso, para un estudio, una oficina o un dormitorio juvenil, los colores cálidos y energéticos como un poco de amarillo y naranja te pueden ayudar a mantenerte alerta, en activo, con ganas de hacer cosas y propiciar la iniciativa.
El aporte espiritual del color
Podemos analizar lo que aportan los colores desde el punto de vista espiritual o de sensaciones. Y en ese sentido podríamos decir que por ejemplo los colores fríos como azules y verdes, a pesar de ser fríos, son muy adecuados para dormitorios porque aportan serenidad y relajación.
También se recomienda y mucho el blanco para este tipo de estancias porque aporta espiritualidad, tranquilidad y relajación; por eso si el blanco lo combinas con algún verde o azul, lo mismo te haces budista o llegas al nirvana en cuanto te vayas a la cama. El gris también transmite tranquilidad aunque la espiritualidad es algo más pecaminosa que con el blanco.
Tampoco te pases, que lo ideal es encontrar el punto justo de color, no sea que por un exceso de energía colorífica entres en hiperactividad, en cuyo caso lo mejor es que vuelvas al blanco y tonos pastel mientras meditas con una flor de loto.
Para las habitaciones infantiles es muy aconsejable utilizar colores vivos y fuertes pero siempre matizados y combinados con el blanco para intentar equilibrar el ambiente y evitar tanto que se pasen de hiperactividad como que se queden dormidos sobre los libros.
Otro consejo que nos da el sentido común es no emplear nunca, nunca y nunca el rojo o el azul en sitios pequeños y con poca luz (a no ser que estéis decorando el zulo, claro está). Y el motivo es que tanto el rojo como el azul son colores fuertes, saturados que se comen la luz y empequeñecen el espacio.
Así que para habitaciones pequeñas con poca luz, mejor los colores claros, poco saturados y con un toque de luminosidad que venga aportado por el blanco o algún tono amarillo por ejemplo.
En busca de la tranquilidad
Los salones o cuartos de estar son las habitaciones en las que buscamos la tranquilidad después de un día de trabajo, y por eso son el último sitio en donde queremos volver a estresarnos. Por ese motivo la mayoría de las veces buscamos que sean habitaciones tranquilas.
Y para poder disfrutar de ellos al cien por cien se puede abusar de los tonos tierra, desde las básicas tonalidades arena pasando por los diferentes tonos ocres hasta los marrones incluso más oscuros como el chocolate, porque todas estas tonalidades favorecen la intuición y la serenidad. Y las dificultades del día de repente se ven de otra manera en un entorno agradable que invita a relajarse.
Otra cosa son los materiales que de por sí añaden calidez o frialdad a esa habitación. No es lo mismo que el suelo sea de madera o vinilo imitando madera por ejemplo, que de barro o baldosa o mármol. También influye el color en estos materiales, porque no es lo mismo decorar con un suelo claro tanto en tono ceniza como en color pino o cereza que un suelo más oscuro tipo roble.
Aunque este tema da para mucho más, y volveremos sobre él, acabamos de momento hablando de la novedad y experimentación en colores, de crear ambientes informales, arriesgados y experimentales. De las mezclas de estilos, las mezclas de materiales y las uniones de colores que en la vida se nos hubieran ocurrido y en definitiva ¿por qué no?
¿Qué hay de malo en una alfombra de vinilo fucsia con una cenefa color berenjena? o ¿roja combinada con naranja? ¿Y chocolate con celeste? Todas las combinaciones están en la naturaleza aunque no nos lo parezca, solo que algunas son más habituales que otras. Pero sobre esto, la interpretación del color es libre y nunca dejes de experimentar esa idea que tienes en la cabeza.