Hoy vamos a hablar de decorar con cojines, y de su lugar de origen, el Reino de lo Blandito. Es un lugar legendario, pero no está habitado por seres mitológicos como el Minotauro o Sergio Ramos, sino que es el lugar en donde nacen y crecen los cojines hasta que se hacen mayores y llegan a vuestras casas para decorar camas, sofás, sillas y sillones.
Es un lugar mágico, en el cual no hay nada duro: el asfalto es de gomaespuma, los martillos están hechos con tela de tutú de bailarina y las esquinas son de plumas de Ave del Paraíso. Incluso las paredes de las mazmorras son de tela de macramé revestida de guata de cachemir.

Hasta tal punto no existen cosas duras en ese reino, que tu equipo no pierde nunca y tu pareja nunca te dice “Cari, ¿en qué piensas?” Sí, amigos: para encontrar una vida más bella y blandita tienes que irte a un programa electoral.
Cojines: un poco de historia
Sobre decorar con cojines dice la historia, o al menos la wikipedia, que el primer cojín que se conoce en toda la historia de la humanidad era de piedra. Y que el segundo, allá por Mesopotamia o Egipto era de madera y que tuvieron que llegar los romanos para inventar el cojín blandito para poder tomar las uvas tumbados durante las orgías que organizaban… eh… perdón, banquetes.
Ya veis cuántas cosas les debemos a los romanos… aunque seguro que, aunque no esté documentado, hasta el hombre de Cro-Magnon se ponía unas cuantas pieles de mamut dobladas bajo el trasero a modo de cojín, mientras inventaba algo en la cueva (que también, qué fácil era inventar algo en aquella época que no existía aún nada; ponte tú a inventar algo ahora…)

A partir de los Romanos el mundo de la decoración con cojines ha sufrido poco cambio… o mucho, según como se mire. Porque en definitiva lo que sigue siendo lo mismo son las formas: los cojines son cuadrados, rectangulares, circulares o cilíndricos. ¡Ah! y también con formas, como los cojines de spandex.
Y en cuanto al tamaño, hay cojines de todas las tallas: pequeñitos, medianos, grandes y súper grandes; y ya si quieres exagerar un poco, incluso extra súper enormes.



Fundas y rellenos de cojín: evolución tranquila
Para el relleno de los cojines se usaban diferentes materiales como la lana más o menos densa o las hojas secas de maíz que hacía que todo el mundo se enterara de cuando te arrellanabas en el cojín. También se rellenaban con retales de otras telas y si naciste en los sesenta, en cuanto cumplías 4-5 años, tu cojín de cama estaba relleno de tu pijama.
Hoy día los rellenos suelen ser de fibra hueca de poliéster, esponjosa y que recupera muy bien la forma; de goma espuma (aunque cada vez menos); de algodón apelmazado, por ejemplo para los cojines de suelo, o incluso de bolitas de polestireno.


Respecto a la confección de los cojines y a las fundas y telas con las que se fabrican, eso sí que ha cambiado, porque antes solo los había de algodón, lana, lino y pieles; es decir, de los materiales naturales de los que se disponía en otras épocas. Los tejidos naturales tradicionales eran más o menos indicadores del poder adquisitivo del dueño del cojín (seda para un rey y tela de saco para el criado, para entendernos).
Hasta que los tiempos modernos introdujeron, popularizaron y democratizaron nuevos tejidos como el rayón, el poliéster, poliamidas y por supuesto la infinidad de tejidos resultantes de combinar estas fibras artificiales con las naturales: a todo el mundo le suena 10% lana, 35% rayón, 45% lino y 65 % poliéster… ¡vaya! creo que llevo más del 100%.

Los cierres de cojín: cremallera… o no
La evolución de la decoración con cojines también se ha dejado ver en los cierres de cojín. Porque si os preguntamos óomo se cierra una funda de cojín, todos diríais que con cremallera, claro está. Pues no: craso error. Porque el primer cojín con cierre de cremallera no se creó hasta la década de 1930.
Y eso es porque aunque la cremallera se inventó el 1851, a su inventor, como le resultó un invento muy fácil y evidente, no le dió importancia y guardó su proyecto en un cajón hasta que en 1917, alguien cansado de atar y desatarle las botas a su señora con aquellos cordones infinitos, decidió inventar una cremallera para poder coserla a las botas y acabar en un plis-plás con la ardua tarea.



Finalmente, la idea se fue poco a poco exportando a otras prendas y en 1937 se le ponía cremallera hasta a los bocadillos, pero antes de esa época los cojines se tenían que cerrar con la funda atada con lazos, con botones o simplemente no tenían funda extraíble para lavar. Claro que como tampoco había luz eléctrica, la suciedad pasaba más desapercibida.
Cojines: uso y decoración
Lo que sí no ha variado es el uso de los cojines, porque las partes de nuestro cuerpo disponibles para repanchingarse entre cojines siguen siendo las mismas. Y es que al fin y al cabo el sentido de la existencia de los cojines es el ansia de la humanidad por diseñar todo tipo de cosas blandas para interponer entre el lugar en donde la espalda pierde su nombre y el duro suelo.
Esa es su primera función, pero la evolución de los cojines ha hecho que, aunque los veas así, inertes e inanimados, hayan tomado vida propia y adquirido un compromiso y una misión: la de decorar la casa y ser un recreo para la vista.



El accesorio de decoración con más influencia
En las casas de hoy en día los cojines son un accesorio decorativo de primer orden, ya que a su función de ser intermediarios entre nuestro cuerpo y el duro mundo exterior, añaden una extraordinaria capacidad para dar calidez a nuestros hogares. Porque son acogedores como solo puede serlo un complemento textil, porque son coloristas y llenos de fantasía y porque son una invitación al descanso y a la relajación.
Algunos están hechos con poliéster, otros con lino y algodón, otros más con spandex, pero no te dejes engañar: el autor intelectual de todos ellos es el buen gusto, y su madrina, la originalidad.
Los cojines son uno de los elementos con los que más podemos influir en nuestra decoración, en relación a su tamaño y a su precio. Porque transmiten color, transmiten textura, y en definitiva, son de esos objetos que “hacen hogar”.

Tipos de cojines: de sofá, de cama, de suelo, de pallet…
Los cojines de cama y sofá son los que llevan casi toda la fama, aunque como veremos no son los únicos cojines, ni mucho menos. Úsalos para hacer tus sofás más acogedores y para regular la temperatura de color de tu salón. Puedes dar vida a un ambiente apagado con un cojín llamativo, o tranquilizar un ambiente vivo con cojines lisos, en tonos neutros o pastel.
Como lienzos que son, también son un reflejo de la personalidad de quien decora. Y lo que vale para los sofás y sillones también vale para las camas, porque una cama sin cojín es como un jardín sin flores o como un domingo sin fútbol.



Respecto a la decoración, los cojines tienen también un amplio muestrario de acabados. Porque si bien hay cojines lisos, los cojines estampados con algún tipo de diseño son mayoría. Y dentro de ellos, la variedad de maneras de realizar los diseños es apabullante. Estampados, bordados, impresos o grabados, cada uno con sus características y su personalidad propia, reflejo de quien los escoge.


Los cojines también pueden estar destinados a ponerse directamente en el suelo, en ocasiones formando lo que sería un híbrido entre puff y cojín, reuniendo lo mejor de los dos mundos.
O incluso los cojines extra grandes nos permiten tener un soporte para sofás o sillones improvisados hechos con pallets o con tablas de madera.
En resumen: si sabemos aprovechar bien las posibilidades decorativas de los cojines habremos conseguido llevar parte de la magia del Reino de lo Blandito a nuestros hogares.



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