Las nuevas tendencias en sillas, butacas, otomanas y mecedoras están llenando el mercado de piezas originales, coloristas, atrevidas y diferentes a los aburridos asientos de otras épocas. Por eso estas nuevas colecciones de sillones y sillas nos llevan a hablar de formas de sentarse que dicen adiós al aburrimiento.
Y es que sentarse ha sido siempre una de las grandes ocupaciones de la Humanidad. Porque cuando llegabas a casa después de cazar el mamut, no pensabas más que en tirarte a la bartola en el sillón de piedra de la cueva, y no veas como te quedaba la espalda, que casi preferías salir a por otro mamut que quedarte allí sentado.
El arte de sentarse se fue refinando con el paso de los siglos, porque el ser humano siempre ha sido muy mirado con esa parte del cuerpo que queda al final de la espalda, es decir, estoo… eh… bueno, ya sabéis cómo se llama.
Por eso las sillas, butacas y sillones se fueron desarrollando, aumentando la variedad de tipos, formas y diseños de manera exponencial, para que aposentar las posaderas fuera un descanso cada vez más placentero y más decorativo.
Al principio algunos modelos eran algo incómodos, como los de los faquires de la India o el duro banco de madera donde María Antonieta esperaba que le disociaran la real cabeza del cuerpo.
Pero desde ese punto hasta las confortables, delicadas y vanguardistas sillas, mecedoras y butacas de hoy en día ha habido un largo proceso de evolución.
Porque la evolución es imparable. Pones un homínido en el planeta y al cabo de varios millones de años está inventando palabras como ‘consuetudinario’ y bailando reggaetón.
Pues igual con las cosas de sentarse, que hoy en día nos ofrecen variantes espectaculares, alegres y súper originales, para que además de sentarte decores de manera alternativa y colorista.
Sillas y butacas: cuando el diseño se unió a la función
Estas butacas, sillas y sillones son la unión de dos elementos: diseño y funcionalidad. Porque la unión hace la fuerza y la colaboración de dos personas o elementos consigue más que la suma de cada uno por separado. Como nos demuestran El gordo y el flaco, el sr. Black y el sr. Decker o Ramón y Cajal.
Estos muebles y cosas de sentarse buscan dar con un diseño diferente y rompedor, pero que además sea práctico y ‘ponible’, es decir, que no se pase tres pueblos y que no se salga por la tangente de la extravagancia.
Y no es fácil; de hecho encontrar ese punto de equilibrio es más difícil que encontrar la gallina que pone los huevos Kinder.
De ahí el mérito de diseñar tapizados rompedores, diferentes y originales que han nacido para romper moldes e incluso leyes decorativas. De hecho, la única ley que obedecen es la Ley de la gravedad, y para eso porque no tienen más remedio.
Los tapizados, elemento clave en las sillas y butacas
En las sillas, butacas, taburetes y demás artefactos de sentarse, y cuando se trata de decorar con elegancia y de manera destacada, los estampados son la clave.
Un tapizado elegante es como un gran lienzo, como un cuadro que va pregonando el diseño y atrevimiento de tu decoración para quien quiera verlo.
Estamos acostumbrados a ver sillones, sillas y butacas lisas, de colores apagados la mayoría de las veces.
Y no solo piezas antiguas, sino que incluso entre el mobiliario moderno parece que hay una cierta resistencia a tapizar una butaca con un color que no sea liso.
Los estampados llamativos, estilo patchwork por ejemplo, suponen un contrapunto espectacular para una butaca o sillón. Porque no son lo que esperas. Porque en lugar de un color liso de repente tienes una combinación de diseños, texturas y colores que volvería loco a un camaleón y que va a vitaminar tu decoración.
La clave está en adecuar el estampado del tapizado que escojamos a nuestra decoración y a nuestra idiosincrasia. Y sobre todo es muy importante tener en cuenta que posiblemente a tu suegra no le va a gustar. No pasa nada: ella se lo pierde.
La silla y butaca como elemento decorativo
Lo que ocurre muchas veces con las sillas y butacas es que no pensamos en ellas como eje de la decoración, sino como elemento secundarios. Como si el peso de la decoración lo hiciéramos recaer en otros muebles o elementos -alfombras, sofás, o cuadros- y las sillas o sillones fueran convidados de piedra sin voz ni voto en la decoración.
Sin embargo, tener sillas y butacas originales, llamativas y que hablen con voz propia es un recurso que, bien utilizado y combinado con sabiduría nos ofrecerá muchas más posibilidades de decoración.
Nos da más posibilidades de decoración y nos permite ampliar el campo: es como jugar al fútbol con 12, o con el VAR a tu favor.
Las sillas otomanas: las grandes desconocidas
Se conoce como sillas, taburetes o butacas otomanas a un tipo de asientos que carecen de brazos, respaldo o ambas cosas.
Son un tipo de mueble similar al diván, pero no está pensado para tumbarse, sino para sentarse o para colocar encima ropa, tanto de ponerse como de cama.
No sabemos si el nombre les viene porque estas sillas vienen de Turquía, aunque lo cierto es que su origen oriental parece evidente, y muchas de ellas parecen sacadas de Las mil y una noches. Hasta da la impresión que si la frotas bien va a salir el genio (no intentes esto en casa).
Se conocen como sillas otomanas, taburetes sin brazos, sillas sin respaldo, bancos de tocador, o incluso como butacas o sillas descalzadoras, lo que hace obvia referencia al uso que se puede hacer de ellas para calzarnos y descalzarnos al llegar o salir de casa.
Estas sillas otomanas son muebles auxiliares muy útiles y a menudo desaprovechados. Son perfectos para el dormitorio, donde su papel de butaca descalzadora a los pies de la cama es imbatible, e incluso a veces nos ofrecen un hueco de ordenación.
Pero también quedan muy elegantes en los recibidores, o en algún rincón olvidado del salón (del salón en el ángulo oscuro, que diría Bécquer).
Las mecedoras, una idea de butaca que resurge
Por algún extraño motivo asociamos las mecedoras con las abuelitas de otros siglos, como esas de las novelas policíacas que mientras hacían ganchillo resolvían (o maquinaban) los más elaborados crímenes.
Sin embargo no tienes que ser el protagonista de la película Psicosis para apreciar las mecedoras en lo que valen. Ni hace falta tener ninguna momia sobre ellas; de hecho mejor si las ocupan personas vivas.
Ahora sin bromas, una mecedora es una butaca o silla que además de ser igual de cómoda que la silla equivalente con patas, tiene un plus: el de acompañarte con un suave movimiento continuo.
El caso es que las sillas mecedoras tienen tanto lugar en los hogares modernos como el mueble más vanguardista. Siempre que, claro está, los diseños se adapten a los tiempos y nos ofrezcan modelos para las abuelitas de hoy en día, y para los hipsters, y para ti y para mi.
Colecciones: la clave está en la combinación
Gran parte de estas piezas vienen en colecciones, de modo que con el mismo tapizado tienes varias piezas que abarcan todo el arco de cuanto mueble para sentarse existe: silla, butaca, sillón, mecedora, otomana, taburete y lo que haga falta.
Es una manera de decorar con cosas para sentarse sin romper la dinámica de la decoración y pudiendo establecer una unidad entre distintos elementos que aporten continuidad, por ejemplo, de las sillas del comedor a la butaca de leer.
La originalidad del diseño se puede manifestar tanto en blanco y negro, como en la fantástica serie de arriba, como en color, con las coloristas series de sillas estilo patchwork.
Lo importante es que encuentres la que necesites y que las sillas y butacas puedan aportar a tu hogar algo más que un lugar para sentarse.