Tal vez pienses que elegir el color perfecto de la alfombra puede resultar una tarea más intimidante que practicarle una ortodoncia a un cocodrilo, sin anestesia.
Y no te diremos que sea fácil, pero con un poco de reflexión y unos cuantos consejos tener la alfombra del color perfecto será coser y cantar.
Y es que a veces tenemos una corazonada sobre el color de la alfombra y nos dejamos llevar, solo para darnos cuenta de que había sido una mala idea.
Pero no. Mala idea es dejarles la motosierra a los niños para jugar; equivocarse con el color de la alfombra es fácil de evitar, como vamos a ver a continuación.

La importancia del color de la alfombra
Básicamente, el color es un regulador de emociones (también del tráfico, con los semáforos, pero eso es otra historia).
Por eso el color tiene un enorme aspecto emocional y un fuerte impacto en nuestras vidas, ya que no podemos evitar estar rodeado de color. Y tampoco podemos evitar que nos afecte.
Por eso la decoración es un arte que básicamente se basa en conjuntar colores.
La importancia de los colores de los que nos rodeamos (y las alfombras no son ninguna excepción) reside en varios aspectos en los que habitualmente no reparamos, pero que están ahí:
- La conjunción de los colores forman un ambiente donde antes solo había colores sueltos.
- Los colores comunican y expresan una determinada idea.
- Los colores te hacen empatizar con un estado de ánimo, en el que te integras.

Las alfombras son actores principales a la hora de decorar, porque su gran superficie y su visibilidad las hacen ser protagonistas en la aportación de color. Si fueran actores serían George Clooney o Brad Pitt; no aceptan papeles secundarios.
El color de las alfombras es un regulador de la temperatura e intensidad de nuestra decoración, y por tanto, de nuestro estado de ánimo.
Para elegir el color de la alfombra debemos entender y completar el puzzle que se forma con varias piezas:
- En primer lugar, la paleta de colores que vayamos a utilizar.
- En segundo, la luz que tengamos en el lugar.
- En tercer lugar, la intención o el ambiente que queramos crear.

Eso significa que un mismo ambiente puede albergar con éxito alfombras muy diversas, del mismo modo que la misma pasta puede estar exquisita tanto al pesto como con salsa de tomate.
Lo que no significa que cualquier cosa valga, sino que nos tiene que valer a nosotros.
Los colores de alfombras analizados por opuestos
Para analizar el significado o la influencia de las familias de colores en las alfombras, es importante establecer algunas clasificaciones de colores por grupos opuestos. A saber:
Alfombras de colores claros frente a colores oscuros

Es una obviedad, pero hay que decirlo: los colores claros aumentan la sensación de espacio percibido, mientras que los colores oscuros tienen el efecto contrario.
Es el mismo fenómeno que hace que un coche blanco parezca más grande que el mismo modelo en color negro.
Así pues, huiremos de las alfombras de colores oscuros en ambientes pequeños (a no ser que busquemos un efecto específico) y agrandaremos los lugares angostos y mal iluminados con alfombras claras.

Alfombras de colores agresivos frente a colores relajantes
Cuando hablamos de colores agresivos no nos referimos a que te vayan a coger de las solapas al grito de “te reviento la cabeza”, sino que son colores que tienen como misión destacarse con fuerza y servir de revulsivo a la decoración, y en el caso de las alfombras, de los suelos.
Las alfombras de colores fuertes, como el rojo, el amarillo o el naranja no se limitan a estar en el suelo, sino que te gritan (con mucha educación, eso sí). Te interpelan, te dicen “aquí estoy”.
Este tipo de alfombras las elegiremos cuando deliberadamente queramos crear un ambiente diferente y rompedor, o cuando queramos “despertar” una decoración que con los demás elementos se nos ha quedado fría o anodina.
Por lo demás, casi siempre buscaremos en nuestras casas colores de alfombras más relajantes, que nos ayuden a mejorar nuestro estado de ánimo las horas que pasamos en ella.

Alfombras de colores fríos frente a colores cálidos
Los colores cálidos están formados por un lado, por la gama de los rojos, naranjas, amarillos y mostazas (los más fuertes) y por otro lado por la familia de los ocres, beiges, marrones, tostados y colores tierra o naturales.
Los colores fríos son los verdes, azules y los neutros, no sólo blanco y negro, sino los grises, topos y similares.
Las alfombras de colores cálidos ayudan a crear ambientes… cálidos, lo has adivinado. Crean sensación de confort, ambientes hogareños y esa sensación de estar en La Casa de la Pradera, pero sin hierba y caballos.

Pero según lo anterior, todas las alfombras del mundo serían de colores cálidos, y no es así. Porque no siempre queremos crear ambientes hipercálidos, que pueden saturar y acabar por quemarnos de tanta calidez.
Por eso los colores que llamamos “fríos” son muchas veces excelente compañeros de suelos, para equilibrar los ambientes. Los verdes por ejemplo tienen un efecto muy energético en los suelos, como demuestran por ejemplo las alfombras tropicales.
Las alfombras azules son un punto medio entre energía y serenidad: un color vivo que utilizado en conjunción con maderas y blancos puede dar mucho juego.
Lo normal es que busquemos un equilibrio en el que las alfombras de colores cálidos predominen, pero estén contrapesadas por algunos tonos más fríos.

Alfombras de colores lisos frente a alfombras estampadas
Estamos hablando de color como si todas las alfombras fueran lisas, y lo cierto es que la mayoría tienen mezcla de colores y texturas.
Aquí es cuando nos damos cuenta de que las alfombras tienen que llevarse bien con las paredes, los sofás y las cortinas… No deberíamos obligar a una alfombra a pelearse contra el sofá o el papel pintado de la pared, si no queremos que nos denuncie a la Convención de Ginebra.
Una alfombra de color liso, con independencia de que sea fuerte o suave, puede servir para rebajar una decoración excesivamente estampada o barroca.

Y una alfombra estampada puede dar vida a un salón de sofás, paredes y cortinas lisas. Y entre medias hay infinidad de alfombras de textura suave, que no son lisas pero aportan la suficiente amenidad y variedad para romper la sobriedad de una alfombra lisa.
Pero al final todo depende del ambiente que tú quieras crear: si no te gustan los estampados se pueden crear estupendas decoraciones a base de alfombras, paredes y cortinas lisas, jugando simplemente con planos de color del mismo modo que un pintor expresionista descompone la realidad en un lienzo colorista.
Alfombras de colores minimalistas frente a barroquismos

Neutros, blancos, grises, crudos y rojos: con alfombras de estos colores podrás integrar tu alfombra en un ambiente minimalista, tanto si te va el estilo nórdico, suave y relajante, como estilos más urbanos con contrastes más vivos.
Los estilos clásicos piden alfombras más barrocas, tanto del tradicional estilo persa, como reinvenciones más modernas de estampados, motivos y texturas.
Ahí no hay más leyes que seguir tu propio instinto y combinar la alfombra con la esencia del ambiente que pretendas crear.

Alfombras y suelos: el contraste frente a la uniformidad
A menudo nos ocurren casos como el siguiente: una clienta nos llama desolada diciendo que la alfombra que ha comprado le queda fatal. Se había enamorado de una preciosa alfombra beige, pero al ponerla en el suelo quedaba completamente “engullida” por el suelo, que era de un color muy parecido.
Enseguida nos pusimos a buscar alternativas y encontramos otra muy similar, que rebajaba dos tonos el color de la alfombra original, aportando más contraste. Y el milagro se obró: donde antes la alfombra no se veía (sin importar lo bonita que fuera) ahora lucía y se destacaba contra el suelo.

No debemos olvidar esta lección, ya que tendemos a estudiar cada elemento de decoración por separado, sin darnos cuenta que una alfombra debe integrarse en un hogar con la misma naturalidad que un hipopótamo en el delta del Okawango.
Si no consigues que la alfombra se distinga del suelo, no sigas adelante, por mucho que te guste. El suelo tiene que verse, y lucir, para que contraste. Y la alfombra, además de contrastar en color, debe dejar el espacio suficiente para que el suelo respire. Es lo que los naturalistas llaman simbiosis.
Si no hay contraste entre alfombra y suelo lo que vas a conseguir es una decoración plana. También el contraste es una cuestión de grados: si nos pasamos es como esas reuniones en las que todo el mundo habla a la vez y no escuchas a nadie. Pues igual con los colores de las alfombras.
Algunos colores de alfombras y su influencia en la decoración

Si te ha gustado este post, en este otro analizamos más ampliamente las alfombras y la psicología de los colores.
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