Las alfombras de pasillo, las más injustamente olvidadas del reino de las alfombras, también piden su lugar bajo el sol (o bajo las lámparas de casa, que tanto da).
Son alfombras poco convencionales, pero a ellas les da igual: orgullosas, pregonan «¡Lo alargado es bello!», «¡Viva la estrechez!, «Queremos vivir a lo largo, y no a lo ancho», «Nos encantan los pasillos y corredores» y cosas así.
Y es que los pasillos son los grandes olvidados de nuestras casas. Y no porque no sean importantes, ya que sin ellos tendríamos que ir de una habitación a otra por teletransportación, como en Star Trek, con lo que debe costar la maquinita esa.
Nota: aquí os hablamos de alfombras de pasillo en general, pero en este otro post hablamos más específicamente de alfombras de pasillo a medida.
El caso es que los pasillos están más olvidados que Jorge Sanz. Son como un actor secundario, de esos que salen en todas las pelis pero nadie sabe cómo se llaman. Porque la fama y los aplausos se los llevan los actores principales, es decir, los salones y las habitaciones.
En resumen, un pasillo viene siendo como los gases: una de esas cosas que todo el mundo tiene pero de la que nadie habla. A no ser que seas un esquimal y vivas en un iglú, en cuyo caso no los tienes. Pasillos, queremos decir.
Por eso la conjunción de los pasillos y las alfombras es más afortunada que la de Júpiter y Saturno. Igual que en el cine había uno que susurraba a los caballos y otro que bailaba con lobos, las pasilleras son las alfombras que amaban a los pasillos.
Así son las alfombras pasilleras. Su amor por los suelos alargados es profundo y apasionado. Son a los pasillos lo que el zapato de cristal al pie de la Cenicienta: han nacido el uno para el otro.
El pasillo, el lugar más transitado de la casa
Aunque nunca lo veamos así, el lugar más pisado de toda la casa es el pasillo. Pero aunque sea el lugar más transitado, muchas veces lo descuidamos y permitimos que se conviertan en lugares desolados.
Hay pasillos tan vacíos que para encontrar algo con menos contenido tienes que irte a un diálogo de First Dates. Y a otros solo les faltaría una de estas bolas hechas con ramas que el viento arrastra por el desierto en las películas del oeste.
Así que si tu pasillo está más triste que un árbol sin sombra y tú te encuentras en él más perdido que King Kong buscando novia, es hora de decir: ¡nunca más!
Lo primero es cuidar la iluminación y las paredes: estudiar los puntos de luz y elegir cuidadosamente la decoración de la pared es el primer paso para un pasillo bonito. Una vez hecho esto nos toca mirar al suelo, y aquí es cuando entran en juego las alfombras de pasillo.
Una alfombra pasillera da vida al pasillo, le aporta calidez, color, luz e imaginación. Es como cuando le echas cebolla a la tortilla de patatas: parece poca cosa pero de repente todo cambia.
Si tu pasillo hablara… eh, bueno, en ese caso mejor llama a Iker Jiménez. No, en serio, si tu pasillo pudiera hablar, te contaría qué solo se siente y por qué una alfombra de pasillo le acompaña y le hace más llevadera la vida.
Alfombra de pasillo perfecta: consideraciones básicas
Para conseguir la alfombra de pasillo perfecta tenemos que examinar (entre otros) fundamentalmente tres aspectos.
1. Establecer la medida precisa
Las medidas para una alfombra de pasillo son, si cabe, más importantes de ajustar correctamente que en el caso de las alfombras de salón y dormitorios. Porque el margen de error es más pequeño, y por tanto los errores se van a notar más y los vamos a ver muchas veces cada día.
Respecto al ancho siempre has de dejar un margen a los lados para que el pasillo pueda respirar. (¡No queremos ser responsables de la muerte del pasillo por asfixia!).
Si la alfombra es demasiado ancha se “comerá” al pasillo y si es demasiado estrecha parecerá que le has puesto una corbata en lugar de una alfombra.
En cuanto al largo, en caso de duda es mejor siempre pasarse un poco que quedarse corto. Es como el cuento de la manta corta, que si te tapas la barbilla destapas los pies y viceversa.
Una alfombra de pasillo corta es como un fin de semana de un día o como si te venden un queso gruyere, pero solo la parte de los agujeros.
El largo ha de ser generoso, llegando hasta el final de ambos lados del pasillo (no literalmente, acuérdate de que si la alfombra no respira, también por los fondos, se muere un gatito).
Si no tienes claras las medidas, siempre recomendamos hacer pruebas directamente en el suelo bien con cinta de pintor, bien con manteles baratos de papel, marcando en el suelo la superficie a cubrir. Así evitarás comprar la medida equivocada y te ahorrarás, además de dinero, tiempo y disgustos.
2. Utilizar el color como catalizador
Si en algún lugar de la casa podemos atrevernos a experimentar con alfombras es en el pasillo. Por una cuestión fundamental: los pasillos son por lo general, con honrosas excepciones, los lugares menos iluminados de la casa.
Eso significa que vamos a querer alegrarlos e iluminarlos proporcionalmente más que otras zonas de la casa. Así que ese pasillo que te está mirando con expresión lánguida, realmente te está diciendo: “méteme por favor un chute de luz, color y alegría”. ¿Le vas a decir que no?
Los colores claros agrandan visualmente pasillos oscuros. Especialmente con suelos oscuros, puedes conseguir un resultado muy llamativo si buscas el contraste de colores.
La visión humana está especialmente indicada para detectar patrones y contrastes y el ojo está deseando que lo guíen. Y las alfombras de pasillo son el instrumento perfecto para ello delimitando los espacios y trazando rutas visuales.
El color no solo nos servirá para iluminar y agrandar el espacio o para buscar contrastes, sino para energizar el ambiente y aportar viveza y alegría donde hay sombra y oscuridad.
Una alfombra te permite jugar con la luz, el color y hacer visualmente más ancho el pasillo al introducir una división longitudinal. Viene siendo el mismo efecto que hace que un jersey de rayas verticales nos adelgace mientras que uno de rayas horizontales nos engorde (visualmente, claro).
3. Elegir la composición y textura adecuada
Y ahora te preguntarás ¿qué tipo de alfombra le conviene a mi pasillo? ¿Qué material, textura y composición?
Recuerda que los pasillos soportan el pisado más intenso de la casa y que eso condiciona su uso y los requisitos de las alfombras de pasillo.
Si tenemos un pasillo poco transitado o somos pocos en casa y cuidadosos, entonces podremos abrir la mano a la hora de valorar alfombras de tejidos más delicados o de mantenimiento más exigente.
Pero en la mayoría de las ocasiones, si buscamos la resistencia por encima de todo, un pasillo debería tener una alfombra sintética, de fibras resistentes a la abrasión y aptas para el uso doméstico intensivo.
No cabe duda que hoy en día las alfombras vinílicas, en sus diferentes variantes, reúnen todos los requisitos que se le puede pedir a una alfombra para el pasillo.
Bien del tipo de alfombra vinílica pura (es decir, alfombras lisas, finas con base de goma y pegadas al suelo) o de otros tipos y texturas más convencionales como las alfombras de polipropileno, pero siempre con las virtudes de resistencia extraordinaria y gran facilidad de limpieza.
El bambú es otro material con el que se hacen estupendas alfombras pasilleras, igualmente lisas, prácticas y fáciles de limpiar.
Aunque no tienen la misma duración y resistencia de las anteriores, son trotonas, resistentes y muy prácticas y cuando al cabo de muchos años necesiten reemplazo no te dolerá porque gastarás menos en ellas que una serpiente en zapatos.
Las alfombras de poliéster, poliamida y similares también pueden ser muy resistentes y trotonas, aunque dependiendo de si tienen mucho pelo pueden ser más difíciles de mantener limpias.
Si no encuentras la medida hecha, hazla a medida
Antes hablamos de las medidas y de lo importante que es medir bien y establecer el tamaño (ancho y longitud) de la alfombra de pasillo que necesitamos.
Si tienes la tentación de comprar una alfombra que te vaya un poquito corta o un poquitín larga solo porque la has encontrado hecha, has de saber que hay infinidad de modelos de alfombras de pasillo a la medida que te permitirán elegir tu alfombra al centímetro exacto, sin que te sobre ni te falte ni un solo centímetro.
No merece la pena en caso de duda ir a las medidas fijas, cuando ni siquiera conseguimos un ahorro significativo, ya que las pasilleras a medida son muy económicas.
Otros requisitos: limpieza, grosor y evitar resbalones
En un tipo de alfombras tan específico como las de pasillo creemos que la principal preocupación es la resistencia y la facilidad de limpieza.
Por lo tanto, las alfombras de superficie lisa, en las que el polvo no pueda arraigar y formar con el tiempo ecosistemas propios, son las más indicadas.
El grosor de una alfombra de paso frecuente es un factor nada desdeñable, especialmente si en casa habitan personas mayores.
Las alfombras de superficie lisa, de grosor fino y que quedan completamente pegadas al suelo son una garantía en estos casos para evitar tropezones, especialmente si cuentan con reverso antideslizante para evitar resbalones intempestivos (qué rayos significará intempestivo).
Lo cual no es de aplicación por ejemplo en casas de gente joven que prefieren poner un kilim o una alfombra de yute que aporte otras virtudes a la decoración aun a riesgo de que no sea lisa o rígida y se pueda tropezar.
En cualquier caso esperamos haberos dado algunas pistas importantes para poder elegir la alfombra de pasillo perfecta.
También te puede interesar…