De los muchísimos tipos de alfombras que existen, las alfombras de chenilla, por algún motivo, descansan en un tranquilo segundo plano.
Es como si no quisieran estar bajo los focos, o como si no les importara que otros lleven la fama mientras ellas hacen su trabajo de manera tan discreta como magnífica. Y es que cada Messi necesita su Sergio Busquets.
Habitualmente cuando decimos alfombras de “…” esos puntos suspensivos suelen definir el material. Alfombras de vinilo, alfombras de bambú, de seda, de lana, etc. Pero el caso de las alfombras de chenilla es diferente, porque la chenilla no es un material.
¿Qué es la chenilla?
La chenilla es realmente un modo de confeccionar una tela o tejido, con independencia del material con el que se teja.
Diríamos que es más un estado de ánimo que una materia que se pueda tocar con las manos, pero ¿al fin y al cabo que es la decoración, sino el arte de crear estados de ánimo (es decir, ambientes) con las cosas de casa?
Alfombras de chenilla: alfombras lisas, sin pelo
La chenilla se caracteriza en primer lugar por su hilado de pelo corto, aunque sería más exacto decir que son alfombras lisas, sin pelo. Porque a pesar de que su tacto y apariencia sean tan acogedores como las alfombras con pelo corto, no vamos a ver alfombras de chenilla con pelo.
Por tanto, son alfombras lisas, pero –y aquí está una de sus principales características– tienen textura y relieve. Aunque pensaréis que cómo una alfombra puede ser a la vez lisa y con relieve. Parece un oxímoron, como “felices vacaciones” o “realidad virtual” pero no.
La explicación es que para dar sensación de relieve y profundidad no hay que hacer un desnivel de varios centímetros; basta una irregularidad de un milímetro para que el ojo humano pueda apreciar en toda su extensión el relieve y la textura.
La chenilla tiene una textura muy fina pero muy variada, que le da más vida de la que encuentras en un documental de David Attenborough. Y son tan entrañables como él.
El hilo de la chenilla suele ser de algodón aunque como veremos puede estar compuesto también por poliéster o rayón o incluso por mezclas de algodón y acrílico.
Pero sea del material que sea, el tejido se ve, se respira y se toca. Se hace presente y es parte básica de la alfombra, a diferencia de otros materiales que no presentan textura porque quieren destacar el diseño o el color.
Lisas pero con textura
Por eso y aunque no tenga pelo notamos que estamos ante una alfombra de tejido. En este sentido es antagónico a las alfombras sintéticas como las vinílicas y similares, que son también lisas pero sin asomo de textura vegetal alguna.
Esto es muy interesante, porque la mayoría de las veces que pensamos en alfombras acogedoras de tejidos orgánicos o similares (algodón, lana, etc) nos vienen a la cabeza alfombras con pelo, que, no cabe duda, resultan muy cálidas, hogareñas y acogedoras.
Pero tienen pelo largo. Y hay muchas personas que no quieren alfombras de pelo largo. Por ejemplo por su mantenimiento, en ocasiones tan complicado como ser dentista de cocodrilos. O por su facilidad para acumular en sus recónditos fondos ecosistemas tan variados que ríete tú de Star Trek.
Por eso, las alfombras de chenilla son la alternativa sin pelo a las alfombras cálidas, acogedoras y hogareñas de toda la vida. Son el único tipo de alfombras en que ser lisas no significa renunciar a la textura y la calidez de las alfombras de pelo largo.
Son alfombras de apariencia voluminosa y aspecto aterciopelado con un tacto suave pero altamente resistentes.
Estampado mediante trenzado, no tintado
Las alfombras de chenilla permiten prácticamente todo tipo de diseños. También alfombras lisas, pero como una de sus virtudes es la capacidad para producir texturas, sería una pena confeccionarlas lisas, sin más.
Por eso casi todas son estampadas, pero es importante destacar que el diseño o dibujo se realiza mediante el trenzado, no mediante estampación.
Es lógico: esta reina de la textura se expresa principalmente con sus capas de hilos de distintos colores a distintos niveles y con diverso grado de tramado, lo que sirve para representar el diseño, que siempre se ve más auténtico y natural trenzado que impreso.
Trenzado de algodón, solo o en compañía
Con respecto a los materiales, las alfombras de chenilla pueden estar confeccionadas por uno o varios tipos de hilo.
El más utilizado es el algodón, tanto solo como en compañía de otros. Y es que ya sabemos que el algodón hace buenas migas con muchos otros materiales, y que el resultado suele ser mejor que la suma de las partes.
Las más exclusivas suelen ser de algodón 100%, que permite trenzados únicos y texturas finísimas, muy ricas y llenas de detalles. También pueden ser incluso de seda. Son como la aristocracia de las alfombras de chenilla; como si hubieran crecido de pequeñas escuchando música de Shostakovich mientras meditaban sobre la evanescencia del ser.
Y merecen la pena, pero tampoco todas son tan exclusivas. Por ejemplo, una mezcla típica es algodón y poliéster, o algodón y acrílico. Esta mezcla las hace más económicas pero sin perder apenas en brillantez y originalidad.
En los primeros diseños, allá por el 1700 Francia y Escocia, era habitual emplear la lana para conseguir un tejido suave pero con cuerpo que hiciera la competencia al terciopelo pero sin sus altos costes de producción.
La alfombra con diseños para todos los estilos
Con todos los mimbres que hemos mencionado, es natural que salgan grandes cestas. O mejor dicho, grandes alfombras de chenilla.
Y a diferencia de otros tipos de alfombras, que son predominantemente clásicas o modernas, minimalistas o barrocas, rústicas o vintage, se pliegan a todo tipo de estilos.
No hay una alfombra de chenila tipo: las hay clásicas, por supuesto, y una de sus especialidades es el efecto desvaído o faded, que les da un aspecto envejecido muy vintage.
Pero también las hay modernas y rabiosamente vanguardistas; las hay con motivos geométricos, con diseños florales o que parecen recién salidas de un campo de lava.
Eclécticas y cálidas para todo uso
Es este eclecticismo lo que las hace grandes y que puedan servir para todo. No en vano tienen vocación de alfombra universal, para todo uso.
Tal vez no sean las alfombras más resistentes del mundo, ni tampoco las más fáciles de mantener: en cuanto a esas virtudes están en un término medio o incluso por encima de la media, lo que las hace aptas para la mayoría de los usos domésticos, salvo que la tengas bajo la mesa del comedor y recibas todos los días a un regimiento de húsares a la mesa.
Al ser lisas no acumulan polvo, lo cual remite su limpieza diaria cómodamente al aspirador.
En suma, las alfombras de chenilla son un tipo de alfombra ecléctica con vocación multiusos y muchas virtudes para cualquier lugar de la casa. Resulta tan acogedora como las alfombras con pelo, pero con la ventaja de ser lisas. Y tienes un diseño para cada estilo.
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