Hay casi tantos tipos de personas como tipos de quesos (por lo menos). Así que cuando hablamos de tipos de alfombras, no podían ser menos que los quesos. Por eso tenemos casi tantos tipos de alfombras como de personas.
Si el silogismo te parece absurdo, no te preocupes: lo es. Pero lo que no es nada absurdo es que las alfombras, como la ropa que llevamos, el coche que conducimos o nuestras parejas, reflejen nuestra personalidad y nuestro estilo. (Incluso a algunas parejas las llegamos a querer tanto como a nuestras alfombras).
Ahora en serio, incluso aunque la elección de alfombra la hagamos sin pensar demasiado, siempre dice algo de nosotros, porque nuestro inconsciente nos guía (de hecho, nuestro cerebro sabe más de nosotros que nosotros mismos).
Por eso vamos a realizar un juego de asociaciones: dime cómo eres y te diré qué alfombra quieres. Qué alfombra se ajusta a tu personalidad, cómo refleja lo que buscas y lo que eres.
Calculamos que tiene un 83,57% de precisión, pero lo hemos calculado a ojo, así que no nos hagáis mucho caso. Vamos allá.
Persona práctica: alfombra de vinilo
Tú vas a lo práctico. Y aunque tu suegra no esté de acuerdo, tú sabes que siempre has tenido las cosas claras y que sabes lo que quieres. Y lo que no quieres.
No quieres pasarte la vida limpiando alfombras, ni quieres estarte preocupando por si al niño le cae una galleta de chocolate encima de la alfombra (por supuesto, con el chocolate hacia abajo, como manda la ley de Murphy).
Quieres alfombras que se limpien en un visto y no visto. Que no acumulen polvo. Que las mascotas no consigan destrozar.
Pero ser práctico no significa ser insensible a la decoración, de modo que también quieres alfombras que sean modernas y actuales, pero no aburridas como alfombras de despacho de notaría.
Es decir: tú quieres una alfombra de vinilo. Ya te digo.
Persona romántica: alfombra soñadora
Lo liso y lo geométrico no van contigo. Eso queda para los profesores de matemáticas y para ese Pitágoras dichoso, que tenía un teorema con cuadros, o cuadrados y cosas llenas de ángulos.
Tú, en cambio, sabes que la belleza está en el romanticismo, en las flores y los pájaros, y que un solo verso de Bécquer vale más que la ecuación E=mc2.
Que lo que importa en esta vida es la sensibilidad, y que donde esté Jane Austen que se quite Descartes. Por eso quieres alfombras estampadas llenas de fantasía, con motivos delicados que hagan revolotear la decoración y la imaginación al mismo tiempo.
En suma: tú necesitas una alfombra estampada que eleve el espíritu y que estimule la sensibilidad.
Persona minimalista: alfombra zen
Como buen minimalista, sabes que menos es más. Que todo artificio es superfluo y que la ostentación es signo de debilidad.
Que, como en el ajedrez, la amenaza es más poderosa que la ejecución y que para el espíritu atento, la intención se muestra apenas con esbozos.
Por eso tu alfombra debe ser la manifestación de un minimalismo sereno y expresivo, basado en la textura, el tono natural y la sencillez de líneas.
Tu alfombra minimalista debería ser como un tatami en el que se reflejara tu serenidad, tu paz interior y tu ausencia de florituras conceptuales.
Y si además es práctica, lavable y resistente, entonces ya has alcanzado el más alto grado Zen.
Persona tranquila: alfombra lisa
Tú, como persona tranquila sabes bien que la tranquilidad es una virtud que se retroalimenta y que es contagiosa, obrando como una balsa de aceite sobre aguas turbulentas.
Por eso el color liso te va, porque refleja tu idea del mundo como lugar en el que los sobresaltos solo llegan de la factura de la luz.
Porque con una alfombra lisa reflejas el concepto («el conceto es el conceto, ya lo dijo Manquiña) sobre el que se articula tu decoración: una creativa combinación de elementos lisos y poco estridentes que, como conjunto, son mejor que cada parte por separado.
Por eso quieres una alfombra lisa y tranquila.
Persona hogareña: alfombra con pelo
Las personas hogareñas conocen el secreto: que el hogar es el núcleo irradiador (que diría Errejón), que es la idea central de la que parte la calidez y naturalidad de la vida.
Y que esa idea reclama una alfombra con pelo del mismo modo que las fresas piden la nata y Benzema pide el balón.
¿Por qué? Tal vez porque el pelo suave y acogedor de una alfombra te despiertan las ganas de acurrucarte y volver al lugar donde mejor estuviste en tu vida (la barriga de tu madre),
O tal vez porque una alfombra con pelo representa como ninguna otra el abrigo del hogar y el lugar con el que contactar con los pies descalzos y al que atarnos de manera sensorial y emocional.
El por qué, qué más da: el caso es que, tú lo sabes, quieres una alfombra con pelo.
Persona energética: alfombra rotunda
Tu energía te desborda, y no has nacido para medias tintas. Quieres manifestar tu expresividad, tu pasión y tu idea de vivir basada en el expresionismo, el color y la fuerza de los diseños.
Por tanto, tu idea de alfombra tiene que acompañarse con diseños rotundos, con alfombras que sean tan expresionistas, directas y energéticas como tú.
Te han dicho que no se puede usar la magia fuera de Hogwarts, pero tú sabes que hay alfombras que convierten el suelo en un chute de energía y que lo pintan como un lienzo, creando ambientes que van más allá de lo convencional.
Por eso tus suelos tienen alfombras rotundas.
Persona moderna: alfombra… moderna
Creciste viendo alfombras persas por todas partes mientras una parte de ti sabía que había otros caminos.
En los 80 ya sabías que la arruga era bella, en los 90 tuviste tu primer móvil y en los 2000 compraste el primer híbrido. En tus paredes cuelgan reproducciones de Kandinsky y Mondrian.
Así que tus alfombras no podían tener más que un camino: ser alfombras modernas.
La modernidad, que no el modernismo, es ese impulso de buscar siempre la vanguardia, de entender que lo más es lo que está por venir y que el progreso se basa en la búsqueda de nuevos conceptos que, respetando pero superando el pasado, nos abran las puertas del futuro.
Por eso tu alfombra será moderna o no será, creando espacios abiertos a las nuevas épocas.
Persona clásica: alfombra… clásica
Tú sabes que los valores, cuando son buenos, son permanentes, y que las innovaciones son necesarias, pero solo cuando hacen falta.
Que en cuanto a alfombras, como en otras cosas de la vida, lo que está inventado hace varios siglos sigue sin ser superado, y que las alfombras clásicas siguen siendo tan válidas como el primer día.
El gusto por las alfombras clásicas no demuestra cerrazón ante lo nuevo, sino la afirmación de un estilo intemporal que define un estilo de vida, en la que muchas veces las cosas cambian para que todo siga igual.
Persona creativa: alfombra artística
Como llevas el arte a flor de piel, todo lo ves a través del prisma artístico. Porque tu impulso creativo es tan grande que hasta a tus alfombras les pides un plus: que sean artísticas, que ‘comuniquen’, que sean como lienzos puestos en el suelo.
No te importa que tus visitas levanten las cejas cuando las ven; qué saben ellos de arte. Tu compromiso es firme y la alfombra artística debe ser un complemento indispensable en la tarea.
Después de todo, si tenemos lienzos en las paredes, ¿por qué no en el suelo? ¿Y qué es una alfombra sino un lienzo de suelo? Tú no entiendes la decoración como medio utilitarista, sino que piensas que debe estar al servicio del arte.
No quieres tener esas decoraciones que se escuchan a sí mismas y no tienen nada que decirse: por eso tu estilo se expresa con arte y tus alfombras son el mejor medio de expresión,
Persona natural: alfombra de yute
Con tu cordial antipatía por lo artificial, sabes que en la vida las cosas naturales son… pues eso: naturales. Que provienen de la naturaleza, sin artificios ni cosméticos.
Y buscas esa naturalidad en todo lo que te rodea, pero naturalidad de la buena, no como a esos magos a los que se le ve el truco.
Por eso, si hablamos de alfombras naturales, las alfombras de yute figuran en primera línea, porque manifiestan como ninguna otra la mano con la que están hechas, la perfecta imperfección de su trenzado y su presencia de una inerte viveza, valga el oxímoron.
La alfombra de yute te representa, te identifica y se integra en tu naturaleza como solo lo natural puede hacer.
Persona barroca: alfombra ornamental
Tú siempre lo has tenido claro: ¿por qué limitarse a lo básico, cuando podemos expresar toda la riqueza de la mente y cultura humanas a través del diseño?
Los que levantaron palacios y catedrales lo entendieron también: ¿qué sería de un palacio barroco sin su exuberante decoración, sus excesos creativos y su imaginación desbordante?
Tú que lo sabes quieres una alfombra ornamental que celebre la existencia como Vivaldi celebró las estaciones: de manera luminosa, intrincada, rica y elaborada.
Porque quieres que tu alfombra ornamental te recuerde que nunca se debe renunciar a disfrutar del talento decorativo llevado a la máxima expresión.
No nos caben más: podríamos seguir hasta la eternidad. Pero nos hemos divertido, y si aún no sabes qué alfombra necesitas, busca en la tienda y pregúntanos.