Aunque te preguntes qué tendrá que ver el mundo de las alfombras con un término tan abstruso (qué diantres significará abstruso) como la psicología de los colores, lo cierto es que sí lo tiene. Y mucho.
Los colores nos rodean: dominan nuestras vidas. De hecho, los colores son nuestras vidas. Aunque lo intentemos, no podemos sustraernos a la importancia que tienen en nuestra decoración. Al fin y al cabo ¿qué es nuestra decoración sino un trasunto de nuestras vidas?
El color de nuestras alfombras define nuestros ambientes y por tanto nuestro entorno más cercano y querido.
Si entendemos el funcionamiento de la psicología de los colores aplicado a las alfombras podremos utilizarlo para elegir la alfombra ideal para nuestro ambiente y necesidades. Y no te preocupes: no hay que hacer psicoanálisis.
La importancia del color en las alfombras… y en todo lo demás
El color es un idioma que nos habla sin palabras. Los colores emocionan: nos estimulan, nos aplanan, nos excitan o nos adormecen.
Hay colores que nos enardecen como si bebiéramos una bañera de café y otros que nos aburren más que un tratado de jurisprudencia.
Hay colores que te cogen por la solapas y otros que te mandan a freír espárragos. Algunos te resbalan y otros te atraen como la contracorriente del río al salmón.
Los hay que te atrapan y los sigues viendo cuando cierras los ojos, como al ser amado, que diría el poeta, mientras que a otros estás deseando olvidarlos en cuanto los ves, como a tu jefe.
Hablando de poetas, Goethe decía que decir color y estado de ánimo es la misma cosa. El pintor Monet decía de los colores: «no solo es necesario ver; es imprescindible reflexionar«. Así inventó el impresionismo, viendo primero y reflexionando después.
Pues lo mismo hay que hacer a la hora de elegir nuestras alfombras. Ver qué queremos conseguir de la alfombra. Como dijo Kennedy, no te preguntes qué puede hacer la alfombra por ti, sino lo que tú puedes hacer por la alfombra.
Permite que la alfombra se exprese. Que tenga un papel protagonista. Que hable con el color, que comunique emociones, que sea partícipe de la decoración, que tenga voz propia y encuentre su lugar.
Una alfombra que se expresa con el color es la clave de una buena decoración, dijo Heródoto. Bueno, a lo mejor no fue Heródoto, pero es una gran verdad igualmente.
Vamos a definir las características de cada color o grupo de colores, aunque adaptado a las alfombras.
Esto es importante, porque el significado de cada color viene muy determinado por el elemento en el que se utiliza. ¡No es lo mismo una pared blanca que una alfombra blanca!
Los colores y su impacto en las alfombras
Beiges y tostados
Los beiges, tostados y ocres forman una gran familia de colores que habitualmente se pasan por alto al hablar de los colores.
Será porque no son colores primarios, sino mezclas elaboradas, pero el hecho es que son colores muy naturales y perfectos para hacer alfombras.
Porque beben de las fuentes naturales, como la arena y la tierra. Porque son tonos sosegados, que aportan paz y tranquilidad a donde más lo necesitamos: el hogar. Que para problemas ya están los telediarios.
Por tanto las alfombras beiges y tostadas son una opción conservadora, pero muy resultona y sobre todo, muy acogedora.
Crea ambientes hogareños y lugares cálidos en los que pasar muchas horas, utilizando la alfombra como toma de tierra, del mismo modo que el pararrayos se deshace de su carga letal traspasándola al suelo.
Si hay que buscarles algún punto negativo, es que no son especialmente estimulantes ni energéticas. Pero tampoco lo pretenden. No las busques para edificar grandes obras, sino para completar con serenidad ambientes ya creados.
No les pidas que hablen a gritos, porque su vocación es la de susurrar, con la convicción de quien habla en voz baja porque sabe que no tiene que demostrar nada.
Azules
El azul es el color universal del planeta Tierra. El cielo es azul, el mar es azul, el planeta es azul, y, qué diantre, ninguna serie habría alcanzado el éxito llamándose Verano Rojo.
Es estadísticamente el color favorito de la mayoría de los seres humanos, tanto hombres como mujeres. (Para el segundo color favorito ya hay discrepancias).
Es un color que transmite confianza, fiabilidad, tranquilidad. Es el color de la eficiencia. Por eso lo utilizan a gran escala empresas y gobiernos de todo el mundo. Y por eso preferimos subirnos a un avión pintado de azul que a otro fucsia.
Eso es también su punto débil en la decoración, porque el azul es un color frío y racional. Y no queremos decorar nuestra casa ni alfombrar nuestros suelos como el Sr. Spok su casa de Vulcano.
Aún así las alfombras azules dan mucho juego. Por ejemplo, vitaminan las habitaciones infantiles y juveniles.
Las alfombras en tonos azul celeste son delicadas y románticas, y las de color azul más oscuro como el cobalto, pueden aportar una gran dosis de energía a la decoración.
Las alfombras azules dan muchas oportunidades de combinación, por ejemplo con blancos y colores complementarios, como la gama de mostazas y naranjas.
Además, es imprescindible una alfombra azul en ambientes marineros.
Rojos
Además de en los Oscar de Hollywood, las alfombras rojas son apropiadas para dar un chute energético en decoraciones de ambientes neutros, o para enfatizar decoraciones fuertes y contrastadas.
Utilizadas sabiamente son un acierto, pero hay que saberlas integrar.
Las alfombras rojas son energéticas, apasionadas, estimulantes. Comunican fuerza: de hecho el rojo es un multiplicador de emociones.
Por eso, si tienes una determinada idea de decoración y la quieres multiplicar, añade rojo.
Pero ten cuidado de no pasarte, porque al rojo le pasa como al curry: está muy rico, pero si te excedes todos los demás sabores desaparecen sepultados por él.
Las virtudes energéticas del rojo están muy bien, pero su vertiente negativa también nace de ahí: es un color agresivo y desafiante. De hecho los médicos podrían recetarlo si tienes la tensión baja.
Amarillos naranjas y mostazas
El amarillo es un color contradictorio, que se usa poco en decoración. Por ser un color primario, sin mezcla, es un color incompleto, poco maduro y que cuesta encajar debidamente.
Por supuesto que una alfombra amarilla sería luminosa, vital y optimista, pero su uso apenas estaría limitada a determinados ambientes o a habitaciones infantiles.
Sin embargo, si ampliamos el amarillo al mostaza y a los naranjas (lo cual es casi tanto como admitir pulpo como animal de compañía), encontraremos colores altamente energéticos que, comparados con el amarillo, han madurado y sentado la cabeza.
Con alfombras color mostaza se consiguen ambientes acogedores, pero no complacientes; decoraciones vivas pero no agobiantes; entornos frescos, pero ponderados.
Verdes
El verde es un color natural, orgánico y equilibrado. Tiene la virtud de empatizar con nuestros ritmos de vida, porque representa a la naturaleza como ningún otro color excepto el azul.
Las alfombras verdes son una combinación de calidez, frialdad (valga la paradoja) y naturalidad: no en vano los árboles y las plantas son verdes.
Ideales para vestir suelos de manera muy natural, buscando equilibrio o como contraste de los colores cálidos.
En espacios amplios o casas de campo con vistas al exterior las alfombras verdes dan resultados estupendos, anticipando dentro de casa la naturaleza que nos espera fuera.
Lilas, violetas y morados
Dicen las estadísticas que la familia de los lilas, violetas y morados es el segundo color favorito de las mujeres, aunque no de los hombres.
Es un color que se asocia a la creatividad, la reflexión y la introspección. Pero también al poder: no en vano el dicho «el peso de la púrpura» hablaba de la responsabilidad de los gobernantes romanos que vestían túnicas de ese color.
Las alfombras lilas, violetas o moradas crean ambientes complejos llenos de sutilezas. Son un buen soporte para transmitir valores espirituales y crean ambientes proclives a la meditación.
Blanco
El blanco es el color base: el gran catalizador. De hecho muchos afirman que, como el negro, ni siquiera es un color.
Se asocia a la pureza, a lo limpio y virginal. También es luminoso por antonomasia, alegre y esperanzador. Por eso en las películas cuando alguien se muere y va al cielo todo es blanco.
Y sobre todo es el color más combinable: va con todo. Todas esas virtudes lo hacen ideal para la decoración, aunque si hablamos de alfombras blancas, hay que tener cuidado.
Porque no es lo mismo el blanco en el suelo que en la pared.
Será que por motivos atávicos asociamos los colores claros a los lugares elevados y los oscuros al suelo y a la base, el hecho es que una decoración con paredes blancas y alfombras oscuras nos cuadra, pero al revés puede que no.
No significa que no haya una alfombra blanca perfecta para ti, pero debe cumplir alguna misión específica y tener bien claro su posición en la decoración, no sea que estemos empezando la casa por el tejado.
Como es el color más manchadizo, no hace falta decir que una alfombra blanca, si es lavable, dos veces buena.
Negro
El negro es un color sofisticado, elegante y complementario de cualquier otro. Pero a la hora de decorar con él, y sobre todo a la hora de confeccionar alfombras negras o gris marengo o muy oscuro, hay que planearlo cuidadosamente.
Precaución número uno: ¡no usar en espacios pequeños!
Porque el negro es un color fuerte, que, por oscuro, puede resultar opresivo e incluso un poco autoritario.
Tenemos que tener en cuenta que allí donde hay una alfombra negra, manda ella. No es que se apropie de la decoración, pero resulta demasiado evidente, demasiado grave como para pasarla por alto. El ambiente se supedita a ella, y no al revés.
El negro en las alfombras se ha de pensar siempre como complemento a una idea de decoración específica, en la que habitualmente habrá colores básicos y planos de color bien definidos a los que servirá de marco o delimitador.
Solo entonces le sacaremos todo el partido que puede ofrecer.
También te puede interesar…