Desde los tiempos de Sherezade hasta el salón de tu casa, las alfombras de estilo clásico, oriental o persa, como las quieras llamar, han recorrido un largo camino.
Más que llamarlas alfombras de estilo clásico habría que llamarlas alfombras a secas, porque son las alfombras por antonomasia (aunque no sepamos qué significa antonomasia).
Las alfombras de estilo oriental acompañaban a Sherezade en noches de relatos al Sultán. Sobre ellas volaba Aladino y los Reyes Magos las llevaban en su caravana camino de Belén.
Sentado en ellas Lawrence de Arabia negociaba con los árabes y todas las abuelas del mundo las ponían en sus casas, porque no poner una alfombra de estilo oriental en el salón de la casa era como apostatar del mundo tal como estaba escrito.
Y por eso todos los niet@s del mundo hemos jugado en ellas con nuestras muñecas, nuestros coches, al parchís o a lo que se terciara.
Se podría decir que las alfombras de estilo clásico y oriental ocupan en la tabla periódica de las alfombras el lugar del hidrógeno.
Son en cierto modo como Saber y Ganar, que parece que ha existido siempre y no se le ve el final.
Alfombras clásico oriental: un poco de historia
Por supuesto, las alfombras que llamamos persas ya no se hacen en Persia. En primer lugar porque Persia ya no existe.
Pero aunque en países de oriente como Irán, Afganistán, Pakistán y otros se sigan confeccionando esas alfombras, hoy en día no es el lugar de origen lo que determina el estilo clásico, sino su vocación y su espíritu, ya que se fabrican en todo el mundo.
Las alfombras orientales, precisamente por su ubicuidad pasaron, con el sarampión de los distintos modernismos, épocas de vacas flacas. La decoración en constante renovación les exigía hacerse a un lado para alimentar otros estilos.
Pero han vuelto con fuerza (de hecho nunca se habían ido) renovando los conceptos para adaptarse a los tiempos con nuevos diseños, acabados y materiales.
Porque hay alfombras que prometen la luna, pero se quedan en órbita, mientras que las alfombras orientales siempre responden y nunca decepcionan.
¿Qué define a una alfombra de estilo clásico u oriental?
Si nos ponemos puristas, tendríamos que hablar de tipos de telar, de nudos hechos a mano, de tantas puntadas por metro y de otras cuestiones relacionadas con el arte milenario y artesano de confeccionar alfombras orientales.
Pero queremos centrarnos más en lo que representa el estilo y su capacidad de evolución en la decoración de hoy en día.
Porque las alfombras de estilo clásico y oriental han entendido que su capacidad de supervivencia está ligada al desarrollo de nuevas texturas, a la evolución de diseños hacia nuevas tendencias, y a la ampliación de su concepto a territorios limítrofes.
Aunque la mayoría de las alfombras clásicas siguen siendo de pelo, también las encontraremos lisas, de nudo, trenzadas con técnicas jacquard o chenilla, impresas con plotter láser sobre vinilo y de mil maneras más.
Tenemos alfombras orientales con diseños seguidores de la tradición, con arabescos más intrincados que el argumento de Matrix.
Las tenemos también más previsibles que la salida del sol y con menos acción que una peli noruega.
Otras en cambio reinterpretan el espíritu en clave vanguardista llevándolo, como Star Trek, a donde ninguna alfombra clásica había llegado jamás.
Materiales y acabados
Si hay algún tipo de alfombra que se confeccione con prácticamente cualquier materia prima, esta es la alfombra clásica.
Las alfombras de pelo corto, las más habituales, se confeccionan tanto con poliéster o poliamidas como con el más nuevo, resistente y lavable polipropileno.
La confección con algodón permiten extender las gamas de acabados con primorosas texturas de efecto vintage o envejecido.
La pátina que el tiempo dejaba en el palacio del Sultán durante varias generaciones ahora la tenemos lista para estrenar, en la tienda. Maravillas de nuestra época.
Incluso tenemos alfombras de estilo oriental con base de goma, que se pueden meter en la lavadora: ya hubiera querido Sherezade.
La diversidad de las alfombras clásicas va tocando a otros tipos de alfombras y de hecho en ocasiones invade, o se confunde con, otros estilos de origen similar como las alfombras tipo kilim, creando síntesis de ambos estilos como este modelo que vemos a continuación.
¿Cómo decorar con alfombras clásicas? Mézclalas y sácalas de su zona de confort
Tanto clasicismo y tanta tradición, ¿cómo encajan en las decoraciones del siglo XXI? ¿Cómo decorar con alfombras clásicas y orientales en nuestros hogares de hoy en día?
No te preocupes, porque las alfombras estilo persa tienen tanto poder decorativo como cualquier otra. Y poner excusas por su clasicismo es como no bañarse porque el mar está empapado.
Si tienes la decoración de estilo clásico, ya no necesitas más excusas: una alfombra oriental es para ti. Será el complemento directo, perfecto y necesario que, como la medalla del amor, dará mucho y pedirá poco.
Pero si tienes una decoración de estilo contemporáneo, moderna, incluso nórdica o industrial, las alfombras clásicas también son para ti.
Porque decorar el suelo con una alfombra cásica no supone renunciar al vanguardismo o a la decoración moderna.
Del mismo modo que a veces necesitamos salir de nuestra zona de confort para darnos cuenta de nuestro pontencial escondido, ¿porque no probar una alfombra oriental en un ambiente urbano, industrial o incluso brutalista?
Si esto te parece extravagante, como un escapulario punk, piensa que la consecución de ambientes se basa en buscar contrastes que, en su punto justo, sin pasarse, se refuerzan mutuamente.
Los hogares de hoy en día son melting pots, espacios mixtos y abiertos a todo tipo de influencias que conviven, comparándose, compartiéndose y buscando nuevos marcos. Y eso es lo bonito de esta época, por las oportunidades que ofrece, que las alfombras clásicas aprovechan a la perfección.
¿En dónde colocarlas?
Si hay algún lugar arquetípico para las alfombras orientales es el salón. No hay nada más clásico, pero, como hemos dicho antes, también nada más moderno y actual si sabemos buscar la decoración adecuada.
Pero no las limitemos al salón. Realmente no hay espacio en el que las alfombras clásicas estén contraindicadas. Dormitorio, recibidor, habitaciones… incluso la terraza si se tercia.
Integrarlas no es una cuestión del lugar en donde la coloques, sino de ambiente y composición del espacio, texturas y mezcla de estilos.
Por ejemplo, ten en cuenta a la hora de mezclar que la mayoría de alfombras orientales tienen diseños estampados muy densos, frondosos y coloristas, de modo que evita combinarla con otros elementos del mismo tipo (a no ser que precisamente quieras conseguir un efecto decorativo con sobredosis de arabescos).
Una alfombra clásica confrontada por ejemplo con superficies lisas de colores afines o complementarios sacará lo mejor de ambos elementos.
También para pasillos
Uno de los lugares en los que las alfombras orientales o clásicas destacan es en los pasillos. Tal vez porque sus cenefas laterales te marcan el camino como si fueras Gandalf rumbo a la Tierra Media.
O tal vez porque se ven tan naturales que parece que hayan estado allí siempre y que ya estaban en ese lugar incluso antes de que existiera el pasillo.
Para pasillo es preferible que o bien sean muy finas, tipo alfombra belga (como este modelo de viscosa de solo 3 mm de grosor) o bien de pelo más largo siempre que sea trotón, resistente y lavable, como las alfombras de pelo de polipropileno por ejemplo.
No olvidemos que el pasillo, como zona más transitada de la casa, necesita alfombras en las que no se pueda tropezar y que sean de fácil mantenimiento.
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