El debate entre alfombras naturales o sintéticas es tan viejo como el mundo. Como elegir entre carne o pescado, playa o montaña, Barça o Madrid, pero en alfombra.
Y tiene sentido, porque el material del que está hecho la alfombra es parte de su identidad, de su carácter. Igual que no es lo mismo ser de carne y hueso que estar hecho de bits, como la IA.
Respecto a esto último nosotros preferimos la inteligencia natural a la artificial, pero en lo tocante a alfombras la elección entre alfombra sintética y alfombra natural no tiene una respuesta tan sencilla.
Porque depende de varias variables (valga la redundancia). Como nuestro estilo de decoración, la habitación en donde vaya a estar la alfombra, el uso que le demos y los gustos y preferencias de cada cual.
Alfombras naturales: lo orgánico al poder
Definimos como alfombras naturales las procedentes de materias primas animales (lana, seda) o vegetales (yute, sisal, algodón, bambú).
Las más usadas son las alfombras de lana, de yute, de algodón, sisal y bambú.
Las alfombras naturales tienen una pátina, un pedigrí, una alcurnia que las hace especiales. No necesariamente mejores, pero una alfombra natural puede presumir de autenticidad, como esos castillos que tienen colgados los retratos de los antepasados hasta el siglo XII, con sus armaduras.
No es que sean elitistas, pero son conscientes de su pasado y están orgullosas de él. Son alfombras que han existido siempre, aunque no sea por otra razón que antiguamente no había otros materiales para confeccionar alfombras.
Alfombras de lana
Las alfombras de lana son un clásico entre las alfombras naturales. Tejidas en nudo boucle o con pelo cortado, su tacto característico, ligeramente áspero pero sin dejar de ser acogedor es natural por naturaleza, valga la redundante redundancia.
Son excelentes reguladoras térmicas, porque gestionan la humedad absorbiéndola y soltándola. Son cálidas en invierno, y lo mejor es que, aunque suene contraintuitivo, son frescas en verano.
Son antibacterianas, antialergénicas, no contribuyen al fuego (se consumen sin arder) y ‘comunican’ naturalidad como ninguna otra.
Como puntos débiles, no son tan económicas como otras, la limpieza es más delicada y no se llevan bien con el sol directo ni con el agua. Pero bien cuidadas merecen mucho la pena.
Alfombras de yute y sisal
Similares, aunque con algunas diferencias, estas alfombras confeccionadas con fibras de plantas no pueden ocultar su procedencia natural.
Las alfombras de yute son más irregulares, con trenzados en los que la mano del artesano se revela a través de sus imperfecciones, que no nos importan, precisamente porque eso es lo que buscamos.
Las alfombras de sisal, más duras y resistentes, conforman alfombras más uniformes muy apropiadas incluso para uso comercial o en oficinas.
La resistencia en el caso de las de yute no es su punto fuerte. Las de sisal son mucho más duraderas, aunque ambas requieren una limpieza más delicada que otros tipos de alfombras.
Alfombras de bambú
A veces nos olvidamos que las alfombras de bambú son de madera y por tanto, tan naturales como la que más.
Son alegres, coloristas, desenfadadas y aunque tienen un punto informal, los tamaños grandes de colores lisos hacen estupendas alfombras de salón.
Muy prácticas como alfombras auxiliares, de pasillo o habitación, se pueden limpiar con una simple fregona escurrida, y cuando tras mucho tiempo de uso toca cambiarlas no duele, porque son muy económicas.
Alfombras de algodón
Con algodón se trenzan alfombras eminentemente prácticas. Muchas son tipo farrapo o jarapa, para uso auxiliar, que lavamos una y otra vez en lavadora sin que sufran lo más mínimo.
En compañía del yute hacen estupendas alfombras mixtas de estilo étnico. Su vocación ecléctica se manifiesta en la mezcla con otros materiales como el poliéster o el polipropileno, con los que hace alfombras mixtas con lo mejor de ambos mundos.
Son perfectas para tejerse en estilo chenilla, componiendo alfombras planas y sin pelo pero llenas de textura y detalle.
Nadando entre dos aguas, pero sin ahogarse, están las alfombras de viscosa y otras similares que, procediendo de materia orgánica (la celulosa) requieren un tratamiento sintético para elaborarse.
La viscosa tiene un tacto tan suave que sería la envidia del osito de Mimosín. No en vano la llaman seda sintética, y es tan maleable que con ella se pueden hacer alfombras súper finas.
Alfombras sintéticas: el poder de la fuerza
En este otro post os hablamos por extenso de ellas, pero os resumimos los principales tipos y características.
Cuando decíamos antes que las alfombras orgánicas se usaban antiguamente porque no había otras, sería interesante pensar qué habrían elegido nuestros antepasados si hubieran tenido a su disposición alfombras de poliéster, vinilo, poliamida o polipropileno.
Porque comparadas con las alfombras orgánicas o naturales, las alfombras sintéticas se sienten un poco como el Jedi usando la fuerza.
No sabemos si en galaxias muy, muy lejanas utilizan alfombras sintéticas, pero aquí en nuestro planeta sí que tenemos razones muy poderosas para utilizarlas.
Las alfombras sintéticas se obtienen de diversos procedimientos de refinado y tratamiento de sustancias plásticas o derivadas del petróleo en su mayoría, aunque muchas de ellas se reciclan, como ocurre con las alfombras de econyl y similares que reciclan nylon, poliéster y poliamidas.
Alfombras de vinilo y polipropileno
Son dos diferentes versiones de la misma materia prima, que es extremadamente resistente y maleable.
Cuando veas que una alfombra es de vinilo o polipropileno no te hará falta pedirle el DNI para saber que estás ante una alfombra todo terreno, ultra dura, resistente, lavable con agua y apta para todo uso, incluido exterior.
El prolipropileno, también llamado sisal sintético hace unas estupendas alfombras que cuesta distinguir del sisal natural, incluso con la lupa.
Y si estás pensando que con esa descripción te vas a encontrar alfombras-bulldózer solo aptas para decorados de Matrix, has de saber que el que una alfombra sea sintética y súper resistente no significa que no ofrezca texturas delicadas y diseños cálidos y acogedores de apariencia moderna y vanguardista.
Alfombras de poliéster, poliamida y similares
Con una apariencia más clásica, el poliéster no por omnipresente presenta menos virtudes. Tiene por divisa el eclecticismo, de modo que cualquier estilo de alfombra orgánica que te puedas imaginar se puede confeccionar con poliéster.
Las poliamidas comparten esa forma de vida de amplio espectro e infinitas posibilidades, pero además son extremadamente duraderas, muy indicadas para confeccionar alfombras de pelo corto para uso comercial o en oficinas.
Con estos materiales se confeccionan alfombras de todo tipo, especialmente alfombras lisas de pelo corto y largo, pero también con trenzado de nudo.
Es difícil señalarles alguna pega o inconveniente, ya que basan su éxito en un equilibrio entre coste, apariencia, durabilidad y mantenimiento: son como ese estudiante que no saca un diez en nada, pero tiene nota media de notable.
Entonces… ¿cuál elegimos: alfombra natural o sintética?
Ahora es cuando decimos: depende. Pero no nos miréis así, como pensando que contestamos como gallegos (es que lo somos), sino que es cierto. Porque la decisión final depende de variables y condicionantes personales.
Un resumen rápido de ambos tipos de alfombra:
Pros
Contras
Alfombras naturales
- Sensación de calidez
- Apariencia natural inigualable
- Texturas vivas e irregulares
- Reguladoras de humedad
- Mantenimiento más delicado
- No aptas para exterior
- Gamas de colores más limitadas
- Algunos tipos no tan económicas
Alfombras sintéticas
- Más resistentes y duraderas
- Muchas son aptas para exterior
- Eclécticas y aptas para todo uso
- Mantenimiento fácil (por lo general)
- Apariencia no tan cálida
- No son termorreguladoras
Si eres de quienes valoran por encima de todo la autenticidad, aun a costa de tener que emplear más cuidado en el uso de la alfombra o el mantenimiento, una alfombra natural es para ti.
Si tienes una casa muy transitada, con mucha gente y niños o mascotas trasteando todo el día y no quieres que las alfombras sean problemas, sino soluciones, te recomendamos una alfombra sintética.
Por ejemplo, una alfombra natural de pelo largo puede ser una opción óptima en una casa donde viven pocas personas, adultas y cuidadosas, pero puede ser una mala elección si tenemos mascotas y adolescentes que entran en casa con las botas de jugar al fútbol.
Punto clave: en dónde la pongas y el uso que le vas a dar
Igualmente por el lugar y el uso: un recibidor no debería acoger una alfombra delicada, que no se pueda mojar por ejemplo, y lo mismo vale para el pasillo: la resistencia al paso continuo en esos lugares debería primar sobre otras consideraciones.
Un comedor agradecerá una alfombra sintética en la que poder limpiar las manchas o migas con agua o incluso con la fregona (¡imagínate una mancha de tomate en la alfombra de cachemir!), mientras que para el sofá del salón podemos pensar en una magnífica alfombra de lana, sabiendo que allí seremos más cuidadosos.
Si la alfombra va a estar en la terraza o el jardín, ya no hay duda: tu alfombra debería ser de vinilo o polipropileno. Y punto.
Hay que decir que los avances en texturas y calidades de las alfombras sintéticas han sido tan grandes en los últimos tiempos que son cada vez más una alternativa muy sólida para las naturales.
De ahí que la apreciación personal de cada cual respecto a las sensaciones que comunica cada tipo sea fundamental a la hora de decidir la compra.
Como veis, todo es un compromiso entre apariencia, coste, mantenimiento y preferencias personales. Como la vida misma, que nos la pasamos haciendo equilibrios, y aunque siempre pensamos que nos vamos a caer, al final salimos adelante.